Un grupo de ingenieros del Instituto de Tecnología de Massachusetts ha lanzado una solución alternativa al uso de aire acondicionado. Se trata de unas ventanas fotosensibles que se autoscurecen con la luz.
Las denominadas ventanas “auto-sombreadas” tienen revestimientos que pueden cambiar de color cuando hay cambios lumínicos o cuando alguien acciona un interruptor. Hay algunas variedades diferentes de estos materiales: algunos son fotosensibles, lo que significa que cambian cuando la luz cambia a su alrededor, como algunas marcas de gafas que están hechas de este material; otros son termocrómico, lo que significa que cambian con la temperatura.
Luego están los materiales que cambian cuando se aplica una carga eléctrica, y son útiles porque pueden cambiarse bajo demanda. Algunas empresas comercializan “ventanas de privacidad” que pueden pasar de ser transparente a un vidrio esmerilado, solo con un interruptor.
Pero estas ventanas electrocrómicas tienen algunas limitaciones, de acuerdo con Mircea Dinca, profesor de química del Instituto de Tecnología de Massachusetts. Pueden tardar varios minutos para cambiar el color y los diseños actuales tampoco pueden oscurecer a un tono totalmente opaco. Por eso, Dinca asegura que ha desarrollado un diseño que puede oscurecer por completo a una velocidad mucho más rápida.
Las ventanas electrocrómicas se componen de varias capas de diferentes compuestos. Existe una capa electrocrómica en sí y una capa completa de los iones; cuando se aplica el voltaje, los iones se mueven dentro de la capa electrocrómica y reaccionan con el material, forzando al color para que cambie. Esta parte del proceso es lo que ralentiza la transición.
Pero el nuevo diseño que proponen utiliza armazones organometálicos, que pueden transmitir los iones mucho más rápido. El equipo también ha sido capaz de combinar dos capas de diferentes colores [verde y rojo] que se combinan para hacer que una sombra sea casi completamente imposible de ver a través de ella, y además han trabajado con diferentes configuraciones para que se puedan producir varios tonos.
La investigación ha sido financiada por el Instituto Masdar, con sede en los Emiratos Árabes Unidos, y el Departamento de Energía de Estados Unidos.
Soluciones como éstas podrían reducir en gran medida la demanda de aire acondicionado, que actualmente está en auge en todo el mundo, a medida que los países se vuelvan lo suficientemente prósperos como para proporcionar estos sistemas. Los estadounidenses gastan UD$ 11.000 millones al año solo en aire acondicionado, que significa además más de 100 millones de t de carbono que se emite a la atmósfera por el consumo extra de electricidad.
El uso de aparatos de aire acondicionado puede elevar la temperatura exterior, lo que contribuye al fenómeno conocido como “efecto de isla de calor urbano”. Esto crea una especie de ciclo de auto-refuerzo, en el que el calor de los acondicionadores de aire se desprende, aumentan las temperaturas y por tanto, la necesidad de usar más aire acondicionado.
15/Agosto/2016
Ojea Laura
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