La generación de electricidad a partir de biogás se ha mantenido más o menos estable a lo largo de toda la legislatura gracias, fundamentalmente, al biogás procedente de la desgasificación de los vertederos y a la biodigestión de la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos. Cierto es que también hay mucho biogás -potencialmente- en las explotaciones ganaderas españolas -purines de cerdo, estiércol de vaca, gallinaza- y, así mismo, en las explotaciones agrícolas, donde son otros los residuos (materias primas) que pueden ser fermentados hasta obtener ese combustible bio. En la realidad, esta otra fuente de biogás -el territorio agroganadero- ha dicho no, a lo largo de estos últimos años, a la generación de electricidad -sin prima renovable, no es rentable- y está apostando (lo poco que está apostando) por quemar ese biogás (que producen las explotaciones agropecuarias a partir de sus residuos) para producir calor y emplearlo en sus propios procesos agroindustriales.
El biogás es un gas combustible cuyos principales componentes son el metano (CH4, entre un 50 y un 70% del volumen) , el dióxido de carbono (CO2, entre un 30 y un 50%) y otros componentes en menores proporciones. El metano, principal componente del biogás, es el que le confiere su característica combustible. El valor energético del biogás, por lo tanto, estará determinado por la concentración de metano -alrededor de 20 ó 25 MJ/m3, comparado con 33 a 38 MJ/m3 del gas natural, según Werner et al 1989). El biogás se genera mediante la descomposición microbiológica de materia orgánica biodegradable en condiciones anaerobias (ausencia de oxígeno). Se define como “biogás agroindustrial” aquel biogás generado a partir de sustratos agroindustriales, como, por ejemplo, las deyecciones ganaderas, los lodos residuales de las industrias agroalimentarias, restos de cosechas, cultivos energéticos, etc.
El biogás suele ser empleado en motores de cogeneración para la producción de calor y/o electricidad. La biodigestión de biomasas agroganaderas ha permanecido bajo mínimos a pesar de la enorme cabaña ganadera española (la porcina nacional, por ejemplo, es la segunda más importante de Europa, tras la alemana). En 2015, las centrales de biogás de España produjeron aproximadamente 51 kilotoneladas equivalentes de petróleo de energía térmica (a efectos comparativos podemos decir que la biomasa produjo casi 4.000, es decir, que el peso térmico del biogás es muy poco relevante). Tampoco hay mucha potencia eléctrica instalada en centrales de biogás. En 2015 había 225 megavatios eléctricos de biogás instalados. En todo caso, el biogás está siendo empleado cada vez más para producir calor. En ese marco, entrevistamos al presidente de la Asociación Española de Biogás.
¿Cómo se encuentra el sector del biogás a día de hoy en España?
Reinventándose. Tratando de buscarle aplicaciones alternativas a la generación de electricidad. En todo caso, hay poco movimiento: pequeñas instalaciones que autoconsumen el calor que producen; autoconsumo de electricidad en algún caso. Pero exportar electricidad… Eso ya pasó a la historia.
El Ejecutivo Rajoy decidió sustituir las primas que cobraban las renovables por lo que denominó “rentabilidad razonable”. En teoría, basó esa rentabilidad en dos parámetros: la inversión (cuánto ha invertido un promotor en montar su instalación renovable), y el coste de la operación y del mantenimiento de la instalación. A partir de esos números, el Gobierno dijo que aplicaría una “rentabilidad razonable” (el Ministerio de Industria ha considerado “razonable” que la rentabilidad sea del 7,4%, aproximadamente). En el caso del biogás agroindustrial, ¿hizo bien las cuentas el Ejecutivo Rajoy?
Es que no las hicieron, que es peor. El gobierno envió a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia [CNMC] el borrador de la norma que establecía las retribuciones para todas las instalaciones de energías renovables (incluidas lógicamente las retribuciones al kilovatio hora eléctrico generado en una planta de biogás agroindustrial). Envió el borrador a la CNMC para que esta informase sobre esa orden, como es preceptivo. ¿Y sabe lo que dijo la CNMC? Pues que, en el caso de las plantas de biogás agroindustrial solo habían recibido datos de una depuradora de aguas… O sea, que el Ministerio había escogido como coste de referencia para establecer la rentabilidad de una planta de biogás… una depuradora de aguas. Insisto: todo esto lo explica la propia CNMC, por escrito, en su informe. ¿Una depuradora de aguas? Pero si una depuradora de aguas se parece como un huevo a una castaña a una planta de biogás agroindustrial. Así, la retribución que fija la orden está un 20% por debajo de donde debe estar, lo cual ha obligado a todo el mundo a reinventarse, a refinanciar.
Imagino que la refinanciación (y mucho más en estos años de crisis financiera y estrangulamiento del crédito) habrá sido dura. Así que paso al asunto de la reinvención, ¿cómo se ha reinventado el sector?
En algún caso, cobrando por llevarse los residuos. Otros, trabajando con procedimientos apropiados para obtener fertilizantes –sólidos o líquidos– a los que también se les puede sacar un valor. La clave está en buscar algún ingreso adicional con el residuo para paliar la caída de la tarifa.
¿Qué le va a pedir Aebig al futuro gobierno?
Varias cosas. Una: que elimine una limitación que afecta a las plantas que tenían la tarifa antigua. Verá, la orden que establece las retribuciones solo reconoce como kilovatios hora merecedores de esa “rentabilidad razonable” los generados en las primeras 4.235 horas en que opere la planta cada año [un año tiene 8.760 horas]. A partir de la hora 4.236 ya no se retribuye. Me explico: la retribución a la operación tiene dos parámetros: lo que saques por la venta de tu electricidad al pool [mercado mayorista] más un complemento fijo. La suma se supone equivale a una “rentabilidad razonable”, que insisto en que no lo es, pues la base de cálculo es errónea. Pero es que, encima, solo te retribuyen las 4.235 primeras horas.
De acuerdo, Aebig pide eso para las plantas que tenían la tarifa antigua. Pero, ¿y para las que vengan?
Lo primero es que eliminen el peaje de autoconsumo. Si lo eliminan… a lo mejor…podemos espabilar haciendo plantas para autoconsumo eléctrico. Por lo demás, sería muy interesante que se promueva el desarrollo del biometano. Las gasistas están interesadas. Verá: hay una diferencia primordial con respecto a las compañías eléctricas. Estas últimas fabrican electricidad, la generan aquí, y pueden no estar interesadas en que el biogás les dispute una parte de la tarta. Sin embargo, el caso del gas es distinto. Las compañías gasistas no son productoras de gas, son simplemente importadoras y distribuidoras. Así que nosotros no seríamos competencia tan directa. Podríamos abastecer a esas compañías con biogás, biogás generado aquí. ¿Qué pasa? Pues que eso hay que legislarlo. Para que sepamos qué hay que hacer, qué permisos hacen falta, qué licencias, qué tarifas, ¿van a estar reguladas o no? Cuando haya que inyectar en red… la calidad está más o menos definida ya, pero, ¿qué necesitaremos? ¿Dos contadores, tres? En fin, que habrá que normalizarlo. Bueno, pues esa sería otra de las reivindicaciones del sector: autoconsumo, pues, biometano… y… y una tercera cosa que es importante.
¿El qué?
Pues que el gobierno tenga en cuenta el ciclo completo, que vea qué beneficios aportan las plantas de biogás, que son instalaciones que evitan emisiones de gases de efecto invernadero, instalaciones que ahorran derechos de emisión, y eso vale un dinero. Pero ya no solamente porque valga un dinero. Yo a veces pongo el ejemplo del medicamento. Vamos a ver: a mí no me gusta gastarme el dinero en medicamentos, pero, cuando estoy enfermo, no me queda más remedio que hacerlo. Evidentemente yo prefiero gastarme ese dinero en una cerveza, por ejemplo, pero si lo que necesito es un medicamento… pues me aguanto y lo pago. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que, si el planeta está yendo como está yendo, si no queremos que muera, digo yo que en algún momento habrá que plantearse que esto ya no es un coste. Que no podemos entrar en si esto es caro o barato. Cuando uno está enfermo, no pregunta si el antibiótico cuesta más o menos. Pregunta si esa medicina le va a salvar. ¿O vas a decir que no, que no te la compras porque es muy cara, y que te vas a tomar en su lugar un terrón de azúcar, que es mucho más barato?
Antonio Barrero F.
Fuente:
http://www.energias-renovables.com/entrevistas/a-eso-de-exportar-electricidad-ya-paso-20161011